La Finca Marta está a unos 20 km de La Habana, era un lomerío de tierra compacta, llena de piedras, tupida de marabú y sin agua, había que ser muy ignorante o estar extremadamente loco para pensar que allí podría funcionar un proyecto de agricultura ecológica y autosustentable.

Contra todos los pronósticos, 4 años después se ha convertido en una de las tierras más productivas, ecológicamente sustentable y donde los obreros agrícolas reciben mayores salarios. Producen unos 60 tipos de productos diferentes y los comercializan sin intermediarios.

La locura estuvo a cargo de Fernando Funes y su esposa. El dejó la agricultura teórica, es un ingeniero agrónomo doctorado en Holanda, y ella renunció a su trabajo en la cadena hotelera Meliá. Me cuentan que se sintieron saltando al vacío pero cayeron de pie.

Tardaron 7 meses en abrir su pozo de agua rompiendo la roca a mano, armados tan solo de una barreta. Lo primero que comercializaron fueron los mangos, apenas pudieron llegar a ellos y cosecharlos tras abrirse paso a machetazos entre el marabú.

La agricultura cubana ha sido un fracaso para la vida de los cubanos. Durante la colonia acabó con la naturaleza y con la vida de cientos de miles de esclavos. En la república se sustentó en la miseria a los trabajadores agrícolas (1) y en el socialismo resultó improductiva.

He decidido poner integra la entrevista con este hombre que ha sido capaz de unir la ciencia más avanzada con la tradición campesina para alcanzar, en un pedacito de tierra, una prosperidad que es vital para la nación, en un momento en el que la crisis de la agricultura parece endémica.

Parte I

¿Cómo se llega de la agricultura teórica a la agricultura práctica?

Fernando Funes: Yo pienso que es como un salto al vacío porque la teoría está encerrada entre cajones. La teoría te lleva a entender el mundo en pedazos, trata de simplificar lo más posible para entender la vida. En cambio la práctica es multidimensional, multidireccional, es compleja.

Una de las motivaciones para desarrollar este proyecto es poder entender la agricultura desde dentro, desde sus propias contradicciones, desde sus propios retos. En los 90 yo investigaba los sistemas integrados, creía que pensaba holísticamente, multifuncionalmente pero me daba cuenta de que había un vacío grande, entre la ciencia sobre la agricultura como proceso biofísico y los elementos socioeconómicos.

¿En qué consiste el proyecto en sí, como lo sintetizarías?

FF: Estamos tratando de demostrar desde la práctica la validez de las teorías. Es un intento de desarrollar alternativas para mejorar la esencia de la agricultura de cara a mejorar la calidad de vida de la población, en particular de la población rural.

¿Cuantas hectáreas tienes?

FF: La finca son 8 hectáreas pero nuestras abejas exploran 3 km a la redonda. Los límites de una finca son muchas veces imaginarios.

¿Qué resultados han tenido?

FF: Muy satisfactorios, hemos visto al niño nacer, gatear, caminar y ya corre. Lo cuidamos con mucho tesón en familia, porque sin un enfoque familiar no puede hacerse. Desde el principio, cuando esto era un área salvaje trabajamos juntos porque creemos que estamos haciendo algo para el bien de la familia y de la sociedad.

Después han llegado los trabajadores y de alguna forma se han convertido en parte de la familia. Primero éramos 2 locos cavando un pozo y ahora tenemos 16 personas motivados por el proyecto y no solo por el dinero que ganan. Ellos ven la mejoría constante y la creación.

¿Qué producen?

FF: El sistema es diversificado, Incluye frutales, ganadería, cultivos varios y hortalizas. Esta última se ha convertido en algo fundamental para valorizar lo que hacemos. La diferencia entre la agricultura tradicional y lo que hacemos nosotros es el vínculo con los mercados. Y para satisfacer las expectativas de la gente hay que valorizar lo que se hace, hay que vender y ganar dinero.

Las ganancias están en función de varios objetivos, para reinvertir en el propio sistema, preservar el ambiente, crear mejores condiciones para los trabajadores.

¿Cuánto reinvierten?

FF: En los primero años no podíamos reinvertir nada pero ahora reinvertimos alrededor de un 30%. Hoy por ejemplo estamos aumentando los salarios cada 6 meses, en la misma medida en que aumentamos la producción y logramos mejores ventas. Pagamos la seguridad social de todos los trabajadores y un día de vacaciones por mes.

¿Imagino que da para mantener a tu familia también…?

FF: Cuando mi esposa te dice que dejó su trabajo en Meliá te está diciendo cuan sustentable es la finca.

Estamos desarrollando diversas actividades, la apicultura por ejemplo da buenos ingresos, la ganadería de carne y leche no da buenos ingresos pero nos mantiene el consumo de leche para la familia y los trabajadores. Además, las vacas producen estiércol y con eso hacemos biogás para todas las necesidades de la cocina de la finca. Tenemos incluso un refrigerador de biogás y también lo usamos para lámparas cuando hay apagones. 13 animales nos dan más estiércol de que necesitamos para producir gas. Bombeamos el agua con energía solar. Tratamos de cerrar el ciclo completo para alcanzar la sustentabilidad.

¿Qué elementos hay que tener en cuenta para crear un sistema agrícola eficiente y sustentable?

FF: Hay tres elementos: el ciclo de los nutrientes, el ciclo de la energía y el ciclo del agua. Pero en sentido general los sistemas productivos son poco integrados, son meramente extractivos, tratan de sacar lo más posible de cada ciclo. Y la mayoría de los sistemas agrícolas no tienen la capacidad de capturar la energía que circula (solar, biomasa o viento). Entonces recurren a los combustibles fósiles y a los fertilizantes sintéticos que encarecen el proceso, lo hacen dependiente del exterior y le impide crecer desde dentro.

Las piedras que pudieron ser una dificultad para la agricultura, en la finca sirvieron para construir. Foto: Raquel Pérez Díaz

¿Cómo resuelven el problema de las nutrientes en un suelo tan pobre como el cubano?

FF: Esta finca tiene uno de los peores suelos de Cuba, mi padre creía que estaba loco, me decía: tienes los suelos más infértiles, es muy pedregoso, con muchas lomas y no había agua. Tenía todos los inconvenientes posibles para la agricultura pero yo creo que en cualquier lugar de cuba puedes hacer un paraíso, un sistema productivo altamente eficiente.

No basta con tener los recursos, hace falta diseñar un sistema que te permita capturarlos, transformarlos y utilizarlos. El caso de los nutrientes por ejemplo es un camino largo. Lo primero fue limpiar el terreno de marabú, identificar las áreas donde trabajaríamos, los suelos más fértiles, los más manejables, los más cercanos, como el área de hortalizas.

Para el tema de los nutrientes tienes que saber cuáles son los cultivos que más extraen nutrientes de la tierra y allí reforzar. Localizamos varias fincas ganaderas en los alrededores con estiércol acumulado desde hace 20 años y se lo estamos comprando, ellos están felices y nosotros también.

Tenemos un área de forraje que regamos con el sobrante del biodigestor, así incrementamos la capacidad productiva en la medida en que fertilizamos el área de forraje. Lo metemos en tanques y los trasladamos a mano puede parecer precario pero la precariedad a veces nos conduce a la prosperidad. Hace 150 años en Holanda vivían en la misma casa con los animales para tener calor.

Continuará…

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